Biografía de Antonio Posada:
Cuando comenzaba la década de los años cincuenta, apareció en el ambiente farandulero colombiano una melodía paisa que gustó bastante en toda la región andina y que fue interpretada por un hombre que tenía voz antioqueña, aguascada, gruesa y destemplada, pero que era la muestra fehaciente del típico paisa; la canción, que fue todo un suceso, se llama El grillo y el intérprete era el pereirano (nacido en Riosucio, Caldas), bohemio, rezandero, aguardientero, culebrero, brujo, cantante y buen amigo Antonio Posada Correa, quien se hacía acompañar musicalmente de un dueto llamado Los Tumaqueños; dos morochos provenientes de la costa Pacífica colombiana, que por situaciones del destino vinieron a confundirse con la bohemia medellinense de aquellos tiempos.
Los Tumaqueños en realidad se llamaban Luis A. Yakup y Heriberto Quiñones, vivían en un hotelucho del barrio Guayaquil, tomaban aguardiente casi todos los días, a cualquier hora del día y eran lo que podría llamarse unos "merenderos"; sus voces inundaron de alegría todo el ambiente bohemio de la Calle de los Tambores y toda la algarabía sana que tenía nuestro Medellín en aquellos tiempos; ambos fallecieron muy jóvenes, tal vez a causa de todo ese trajín parrandero al que fueron sometidos, pues bien es sabido que hacían tertulias y compartían roñes con Alfonso Muriel, Vega del Río, Tartarín Moreira, Antonio Posada, Alejandro Sarrazola, Montecristo y Luis Carlos Jaramillo entre otros, algunos de los bohemios más tesos con que ha contado la bebeta antioqueña.
Antonio Posada era tan bohemio, que cuentan sus amigos de farra cómo muchas veces estaban todos pasmados y amanecidos un domingo por la mañana, casi dormidos sobre las mesas de algún café del viejo Guayaquil, sin un centavo y Antonio todavía con la "rasca viva", se ponía de pies, iba hasta el hotel donde residía, sacaba sus culebras, las llevaba hasta la Plaza de Cisneros, comenzaba su retahíla y luego vendía un ungüento que servía para el corazón, el hígado, el carranchil, el cáncer y todos los males de los pies a la cabeza.
Regresaba luego al café donde todos sus amigos dormían la borrachera y tiraba sobre la mesa los billetes de cincuenta centavos llamados "Lientas" que cinco minutos antes le había cobrado al campesinado por su popular mentol y decía:
-¡Sigamos bebiendo!
Frase que despertaba a todos los demás contertulios.
Antonio Posada grabó y compuso muchísimas canciones; impuso éxitos discográficos decembrinos como El grillo, Que lo diga ella, El chorizo, Me va a dejar con la gana, María Luisa, Inés venite pa' acá, Se llegó la hora, Cosa rara, La cobija rota y tantísimos otros; pero también Antonio hizo música fría, guasca y campesina como los pasillos Agonía de mi madre y Triste entierro y los tangos Leprosa y Demacrada.
Iniciando la década de los años sesenta Antonio Posada abandonó la ciudad de Medellín y marchó hacia el sur del país; unos meses después llegó la noticia de que había fallecido a causa de la herida que le causó una de sus culebras.
Que música!!!, Lastima que en esta época los que cantaban música popular eran sinónimo de bebedores , papel que algunos lo cumplieron a la perfección.
ResponderEliminarEste señor era sobrino de mi abuela materna, por lo tanto lo hace primo. La causa de su muerte fue que una anaconda lo ahorcó. Excelente música. En paz descanse.
ResponderEliminarBuen día, ustedes tienen algún dato donde se pueda contactar a alguno de los hijos del m,maestro antonio posada correa.?. Gracias,
ResponderEliminarViven en Medellín y es falso que Antonio Posada muriera por una culebra, vivió hasta alcanzar su ancianidad y murió ya anciano en Medellín dónde aún vive su descendencia.
EliminarW. S.S.